domingo, 2 de diciembre de 2012

Rorcual común (Balaenoptera physalus)

Un rorcual común muerto ha llegado a la costa de nuestro municipio, en concreto a la Playa de las Fuentes, en Santillán. Se trata de un macho de unos 15 m de largo. Esta especie se encuentra prácticamente en todo el planeta y puede llegar a medir 27 m, siendo la segunda de mayor talla del mundo después del rorcual azul.

Los rorcuales son mamíferos marinos, como las focas y las morsas, pero pertenecen al grupo de los cetáceos, al igual que los cachalotes (y los delfines y las orcas). Se diferencian de éstos porque no poseen dientes, sino unos filamentos córneos (como nuestro pelo y uñas) denominados "barbas de ballena" o simplemente "ballenas". Se alimentan de pequeños organismos como pececillos y krill que introducen en su gigantesca boca junto con enormes cantidades de agua. Para aumentar el volumen que pueden introducir en la boca su "papada" tiene forma de acordeón, como se puede apreciar en algunas de las fotografías y en el video. A continuación entrecierran la boca y elevan la legua hacia el paladar para obligar al agua a salir entre las "barbas", mientras que el alimento queda dentro de la boca. El paladar es la zona alargada de color rosado que se aprecia en la segunda fotografía entre las dos filas de barbas, que son esa especie de cepillo que se observa. La lengua de un rorcual azul puede pesar tanto como un elefante. Por cierto, este ejemplar ha llegado con la mandíbula rota.





Esta es la parte superior de la ballena. En primer plano se aprecia la aleta dorsal y al fodo se puede ver la aleta pectoral izquierda. Quedan algunos restos del color negro-carbón del lomo de la ballena, pero es evidente que lleva tiempo muerta porque ese color se ha perdido en gran parte. El negro de la parte superior contrasta con el color blanco de la parte inferior. Esta diferencia es habitual en los animales marinos que nadan y les sirve de camuflaje frente a sus depredadores oa sus presas: vistos desde arriba se confunden con el fondo y vistos desde abajo se confunden con el cielo.


La historia de San Vicente está unida a las ballenas, ya que antiguamente (S.XVIII-XIX) había aquí barcos que las cazaban. Todo era aprovechado: se utilizaba su carne como alimento (la lengua se consideraba un manjar de reyes), la grasa para alumbrado (candiles), los huesos para adornos, las barbas para corsetería, etc. Como curiosidad, parece que las competiciones de traineras proceden de aquella época, dada la velocidad que se necesitaba para alcanzar y arponear a estos cetáceos una vez que se avistaban desde la costa. La intensa caza las llevó al borde de la extinción, por lo cual su captura está actualmente prohibida excepto con fines científicos. Algunos países, como Japón y Noruega utilizan esa excepción científica para seguir cazándolas, con la oposición de organizaciones ecologistas como Greenpeace y otras.

Se está barajando la posibilidad de enterrar el cuerpo para que las partes blandas se descompongan y después colocar el esqueleto en el Castillo de San Vicente para que pueda ser admirado por los visitantes (como ya se ha hecho en ocasiones similares en otros lugares, como por ejemplo en este enlace). Me parece una idea magnífica. Sería un activo más para nuestro pueblo, que sumaría al resto de sus encantos.

San Vicente de la Barquera:

histórica, turística, marinera... y ballenera.

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